…Y ALGO MÁS
¿Lo ha intentado con sinceridad… y ha seguido fracasando? Tal vez ha fracasado porque se necesitaba alzo más para alcanzar el éxito. El axioma de Euclides dice: «El todo es igual a la suma de las partes y es mayor que cualquiera de sus partes». Eso puede compararse, asimilarse y aplicarse a todos los resultados o logros. Y a la inversa, cualquier parte es más pequeña que el todo. Por consiguiente, es importante que usted añada todas las partes necesarias para completar el todo. La Actitud Mental Negativa es una de las principales causas de fracaso. Tal vez ignore usted inútilmente los hechos, las leyes universales y las fuerzas.
Tal vez conozca algunos de ellos pero no sepa aplicarlos a una necesidad concreta. Tal vez no sepa cómo influir, utilizar, controlar o armonizar con los poderes conocidos y desconocidos. Cuando usted busca el éxito con una AMP, lo sigue intentando. Sigue buscando para encontrar algo más. El fracaso lo experimentan aquellos que cuando sufren una derrota dejan de seguir buscando ese algo más.
¡ES FÁCIL CUANDO SE CONOCE ESTE «ALGO MÁS» Y SE ADQUIEREN LOS CONOCIMIENTOS
PRÁCTICOS! Déle un rompecabezas a un niño y es posible que no lo resuelva. Si sigue intentándolo y aprende a resolverlo, lo podrá recomponer con rapidez. Usted no es un niño. Pero tal vez haya en la vida varios rompecabezas que desearía resolver. Los podrá resolver más fácilmente con una AMP. Por ejemplo, había una vez un autor que escribió la letra de una canción, pero no lograba publicarla. George M. Cohan la compró y añadió algo más. Este algo más hizo la fortuna de George M. Cohan, quien se limitó a añadir tres palabritas: ¡Hip, hip, hurra! Thomas Edison llevó a cabo más de diez mil experimentos antes de conseguir la lámpara incandescente. Pero tras cada derrota sufrida seguía buscando algo más, hasta que al final encontró lo que andaba buscando. Cuando lo desconocido se convirtió para él en conocido, pudieron empezar a fabricarse
innumerables bombillas eléctricas. Para ello bastó con aplicar las leyes universales que siempre habían existido, pero que antes no se habían considerado aplicables a un invento concreto. Existen muchos tratamientos y medidas preventivas contra las enfermedades. Pero es posible que, en un momento determinado, se desconozcan. Las medidas médicas preventivas contra la poliomielitis eran desconocidas hasta que el doctor Jonas Edward Salk utilizó los principios de una ley universal que la medicina no había aplicado previamente para prevenir esta temible enfermedad.
Puede usted ganar millones empleando una fórmula de éxito. Si pierde dinero, puede ganar otro millón… ¡e incluso más! Siempre y cuando conozca usted la fórmula y sepa aplicarla. Supongamos que no reconoce usted la fórmula que le ayudó a ganar su primer millón. Quizá fracase en su segundo intento por haberse desviado de los principios del éxito aplicables al caso. En su segundo intento, tal vez necesite introducir algunas modificaciones para adaptarse al cambio de situación. Pero los principios serán los mismos.
JORVILLE Y WILBUR WRIGHT CONSIGUIERON VOLAR PORQUE AÑADIERON ALGO MÁS! Muchos
inventores habían estado a punto de inventar el avión antes de los hermanos Wright, quienes utilizaron los mismos principios que habían empleado los demás. Pero añadieron… algo más. Crearon una nueva combinación. Y alcanzaron el éxito allí donde otros habían fracasado. Ajustaron unas planchas móviles de un diseño especial a los bordes de las alas para que el piloto pudiera controlarlas y conservar así el equilibrio del aparato. Estas planchas fueron las precursoras del moderno alerón.
Observará usted que todas esas historias de éxito tienen un común denominador. En cada uno de los casos, el ingrediente secreto fue la aplicación de una ley universal no aplicada previamente. En eso estribaba la diferencia. Por consiguiente, si se encuentra usted en el umbral del éxito sin poder franquearlo, trate de añadir algo más. No tiene por qué ser mucho. Las palabras «Hip, hip, hurra» fueron suficientes para conseguir un éxito musical. Unas diminutas planchas fueron suficientes para hacer volar un avión tras el fracaso de otros. No es necesariamente la cantidad de este algo más, sino la «calidad inspirada», lo que cuenta.
¿POR QUÉ LLEGÓ EL TRIBUNAL SUPREMO A LA CONCLUSIÓN DE QUE ALEXANDER GRAHAM BELL
HABÍA INVENTADO EL TELÉFONO? Muchas personas afirmaron haber inventado el teléfono antes que Alexander Graham Bell. Entre los que afirmaban tener patentes anteriores estaban Gray, Edison, Dolbear, McDonough, Vanderweyde y Reis. Philipp Reis fue el único que, al parecer, estuvo cerca del éxito. La pequeña diferencia que resultó ser una gran diferencia fue un solo tornillo. Reis no sabía que, en caso de haber girado el tornillo un cuarto de vuelta, hubiera transformado la corriente intermitente en corriente continua. ¡Y entonces hubiera alcanzado el éxito!
En la causa seguida ante el Tribunal Supremo, éste señaló que:
Reis sabía lo que había que hacer para transmitir el lenguaje por medio de la electricidad es de todo punto evidente, puesto que en su primer escrito decía: «En cuanto sea posible producir, en cualquier lugar y de cualquier manera, vibraciones cuyas curvas sean las mismas que las de cualquier tono o combinación de tonos determinada, recibiremos la misma impresión que aquel tono o aquella combinación de tonos hubieran producido en nosotros.»
El tribunal añadía:
Reis descubrió cómo reproducir los tonos musicales, pero nada más. Podía cantar a través de su aparato, pero no podía hablar. Desde el principio hasta el final, él mismo lo ha reconocido así. Al igual que en el caso de los hermanos Wright, el algo más que Bell añadió era relativamente sencillo. Pasó de una corriente intermitente a una corriente continua, el único tipo capaz de reproducir el lenguaje humano. Ambas corrientes son exactamente la misma corriente directa. «Intermitente» significa que se interrumpe con una breve pausa. Concretamente, Bell mantuvo el circuito abierto en lugar de romper el circuito intermitentemente, tal como Reis había hecho.
El tribunal terminaba diciendo:
Reis jamás pensó en ello y no logró transmitir el lenguaje telegráficamente. Bell lo hizo y lo consiguió. En tales circunstancias, resulta imposible afirmar que lo que hizo Reis fue una anticipación del descubrimiento de Bell. Seguir a Reis es fracasar; en cambio, seguir a Bell es alcanzar el éxito. La diferencia entre ambos es simplemente la diferencia entre el fracaso y el éxito. Si Reis lo hubiera seguido intentando, tal vez hubiera hallado el camino del éxito, pero se pasó y fracasó. Bell reanudó su tarea y logró un afortunado resultado.
SU SILENCIOSO SOCIO MAYORITARIO LE ANIMÓ A ALCANZAR EL ÉXITO. R. G. LeTourneau, constructor
de equipos pesados para excavaciones, animaba a miles de personas con su estímulo. En sus charlas, se refería en tono reverente a «mi Socio Mayoritario». Y hablaba de la inspiración y la ayuda que recibía de su «Socio». LeTourneau apenas tenía estudios, pero realizó unas obras de ingeniería asombrosas.
En su calidad de contratista de la gran presa Hoover de Nevada, LeTourneau perdió una fortuna porque tropezó con un inesperado estrato rocoso. El coste de la perforación de la roca superó con mucho lo que había calculado al formalizar el contrato, y se arruinó cumpliendo la parte del trato que le correspondía.
Sin embargo, en lugar de pensar amargamente en pérdida, LeTourneau se entregó a la oración. ¿Cómo rezaba? Expresando su gratitud -una profunda gratitud- por lo que le quedaba: un cuerpo sano. Dos fuertes manos. Un cerebro capaz de pensar. Y algo más. «En mi hora de mayor desgracia -dijo LeTourneau-, encontré mi mayor ventaja en la revelación y el descubrimiento de un silencioso Socio Mayoritario. Desde entonces, he reconocido a este socio en mi vida personal y empresarial. Todo lo que tengo, todo lo que he hecho y que ha merecido la pena, se lo debo a Él.»
Napoleón Hill estuvo asociado con el señor LeTourneau durante dieciocho meses y tuvo oportunidad de observarle de cerca. Para entonces, LeTourneau se había convertido en un célebre conferenciante de carácter inspirador. Dedicaba buena parte de su tiempo a recorrer el país en su aparato particular, predicando su mensaje: «Es una maravilla estar asociado con Dios». Una noche en que ambos hombres regresaban a casa en avión tras haber pronunciado una conferencia en Carolina del Norte, ocurrió algo interesante.
Poco después de que el piloto despegara, el señor LeTourneau se durmió. Treinta minutos más tarde, Napoleón Hill le vio sacarse un cuaderno de notas del bolsillo y escribir en él varias líneas. Tras haber aterrizado el aparato, Napoleón Hill le preguntó al señor LeTourneau si recordaba haber hecho una anotación en el cuaderno. «Pues no! –exclamó LeTourneau. Inmediatamente se sacó el cuaderno del bolsillo y lo examinó-. ¡Aquí está! ¡Llevaba muchos meses buscándolo! ¡Esta es la respuesta a un problema que me había impedido completar una máquina en la que estamos trabajando!
¡ CUANDO RECIBA USTED UN DESTELLO DE INSPIRACIÓN, ANÓTELO! Puede ser el algo más que andaba buscando. Nosotros creemos que la comunicación con la Inteligencia Infinita tiene lugar a través del subconsciente. Y creemos que usted debería adquirir la costumbre de anotar los destellos de inspiración que el subconsciente comunica a la conciencia. Albert Einstein desarrolló unas complejas y profundas teorías en relación con el universo y las leyes naturales que lo rigen. Y, sin embargo, utilizaba tan sólo el más sencillo -pero el más importante- de los instrumentos jamás inventados: un lápiz y un trozo de papel. Tenía por costumbre anotar sus preguntas y sus respuestas. Usted podrá desarrollar sus poderes mentales cuando aprenda a desarrollar el hábito de hacerse preguntas a sí mismo, cuando adquiera la costumbre de utilizar lápiz y papel para anotar sus preguntas, sus ideas y sus respuestas.
No es probable que Einstein y otros científicos hubieran llegado a sus célebres conclusiones si no hubieran aprendido a través de los conocimientos escritos de los matemáticos y científicos que les habían precedido. Tampoco es probable que Einstein lo hubiera intentado si no hubiera experimentado el impulso de buscar principios universales tras haber adquirido la costumbre de pensar y actuar. ¿Conoce usted a algún pensador o a alguna persona de éxito que no a anotado las ideas que se le ocurren?
¡APRENDA DEL PENSADOR CREATIVO A PENSAR CREATIVAMENTE! Las obras Poder Creativo e Imaginación aplicada, de Alex F. Osborn, de la agencia de publicidad Batten, Barton, Durstine y Osborn, ha estimulado a cientos de miles de personas a dedicarse al pensamiento creativo. Y lo importante es que estas personas también se han sentido impulsadas a emprender acciones positivas y constructivas. El pensamiento no es creativo a no ser que vaya seguido de la acción. Osborn, al igual que muchos pensadores creativos, utilizaba un cuaderno de notas y un lápiz como herramientas de trabajo preferidas. Cuando se le ocurría alguna idea, la anotaba. Al igual que otros grandes hombres de éxito, dedicaba tiempo a pensar, planificar y estudiar.
Alex Osborn dijo una perogrullada al afirmar: «Todo el mundo posee cierta capacidad creativa, pero la mayoría de la gente no ha aprendido a utilizarla». Los geniales métodos de Osborn, explicados en su ameno texto Imaginación aplicada, se utilizan en clases universitarias, fábricas, oficinas comerciales, iglesias y clubs y también en los hogares. La inspiración genial desarrollada por Osborn es un método muy sencillo mediante el cual dos o más personas utilizan su imaginación colectiva para aprovechar las ideas que surgen del subconsciente y afloran a la conciencia en respuesta a una pregunta derivada de un problema determinado. Las ideas se anotan tan pronto como se les ocurren a los participantes. No se permite ningún juicio crítico hasta que no se hayan anotado muchas ideas. Más tarde, las ideas se analizan y se juzgan para establecer su viabilidad y su valor.
En el colegio superior La Salle de Filadelfia, así como en muchas universidades de todos los Estados Unidos, se imparten cursos de pensamiento creativo muy frecuentados en los que se incluyen los métodos utilizados por los pensadores creativos en muchas fases del comercio y la industria. Este pensamiento creativo fue el que permitió al doctor Elmer Gates convertir este mundo en un lugar mejor en el que poder vivir. El doctor Gates fue un gran profesor, filósofo, psicólogo, científico e inventor norteamericano. A lo largo de su vida, desarrolló cientos de inventos y descubrimientos en los diversos campos de las artes y las ciencias.
REALIZÓ SU PENSAMIENTO CREATIVO «ESPERANDO LAS IDEAS». La propia vida del doctor Gates demostró que sus originales métodos podían desarrollar un cuerpo sano y aumentar la eficacia de la mente. Napoleón Hill recuerda que, provisto de una carta de presentación de Andrew Carnegie, acudió a visitar al doctor Gates en su laboratorio de Chevy Chase. Cuando llegó Napoleón Hill, la secretaria del doctor Gates le dilo. «Lo siento, pero… no estoy autorizada a molestar al doctor Gates en este momento».
«¿Cuánto tiempo cree que tardaré en verle?», preguntó Napoleón Hill.
«No lo sé, pero podría tardar tres horas», contestó ella.
«¿Le importa decirme por qué no puede molestarle?» Ella vaciló y después contestó:
«Está esperando las ideas.»
«¿Qué significa eso de que… “está esperando las ideas?”», preguntó Napoleón Hill, sonriendo. Ella le devolvió la sonrisa y dijo:
«Tal vez será mejor que se lo explique el doctor Gates. En realidad, no sé cuánto va a tardar, pero
puede usted esperar, si quiere. Si prefiere volver, veré si puedo darle una cita más concreta.»
El señor Hill decidió esperar. Fue una valiosa decisión. Lo que aprendió merecía la molestia de la espera. He aquí el relato de lo que ocurrió, en palabras de Napoleón Hill: Cuando, al final, el doctor Gates entró en la estancia y su secretaria nos presentó, le conté en broma lo que la secretaria me había dicho. Tras haber leído la carta de presentación de Andrew Carnegie, me contestó amablemente: «¿Le interesaría ver dónde espero las ideas y cómo lo hago?».
Me acompañó a una pequeña estancia insonorizada. El único mobiliario de la habitación estaba constituido por una sencilla mesa y una silla. Sobre la mesa había varios cuadernos y lápices así como un botón para encender y apagar las luces. Durante la entrevista, el doctor Gates me explicó que, cuando no lograba obtener la respuesta a un problema, entraba en aquella habitación, cerraba la puerta, se sentaba, apagaba las luces y se entregaba a una profunda concentración. Aplicaba entonces el principio del éxito de la atención controlada, pidiendo a su subconsciente que le diera una respuesta a un problema determinado, cualquiera que ésta fuera. En algunas ocasiones, parecía que no se le ocurría ninguna idea. Otras veces éstas afluían inmediatamente a su mente. Y, en algunos casos, las ideas tardaban dos horas en aparecer. En cuanto las ideas empezaban a cristalizar, encendía las luces y empezaba a escribir.
El doctor Elmer Gates mejoró y perfeccionó más de doscientas patentes que otros inventores habían iniciado, pero habían abandonado sin con seguir alcanzar el éxito. Él estuvo en condiciones de añadir los ingredientes que faltaban… el algo más. Su método consistía en empezar a examinar la aplicación de la patente y sus proyectos hasta que descubría sus fallos, el algo más que faltaba. Se llevaba a la habitación una copia de la solicitud de patente y los proyectos. Mientras esperaba las ideas, se concentraba en hallar la solución a un problema concreto.
Al pedirle Napoleón Hill que le explicara la fuente de sus resultados mientras esperaba las ideas, el doctor Gates le facilitó la siguiente explicación:
«Las fuentes de todas las ideas son:
1. El conocimiento situado en el subconsciente y adquirido a través de la experiencia, la observación y la educación individual.
2. El conocimiento acumulado por los demás a través de los mismos medios, que puede comunicarse mediante la telepatía.
3. El gran almacén universal de la Inteligencia Infinita en el que se guardan todos los conocimientos y todos los hechos y con la que se puede establecer contacto a través del subconsciente de nuestra mente.
»Cuando espero las ideas, es posible que entre en comunicación con una de estas fuentes o tal vez con todas. Si se dispone de otras fuentes para las ideas, yo las desconozco.» El doctor Elmer Gates tenía tiempo de concentrar y de pensar en busca de algo más. Sabía concretamente lo que andaba buscando. ¡Y seguía intentándolo con una acción positiva!
En el capítulo siete, comentaremos de qué manera puede usted «Aprender a ver» con el fin de que la búsqueda de algo más le resulte más fácil. En su búsqueda es posible que fracase. Pero, al fracasar, quizá logre descubrir algo todavía más importante. Pregúntese un «¿Por qué?” . Preste atención.
¡Piense! ¡Entre en acción! Creemos que en ningún hogar debería faltar la Biblia, y tampoco un buen diccionario y una completa enciclopedia. Éstos también pueden ayudarle en su búsqueda de algo más.
¡NO TIENE QUE AVERGONZARSE DE FRACASAR COMO CRISTÓBAL COLÓN!
Busque en su Encyclopedia Britanica o en otra enciclopedia y encontrará la conmovedora y emocionante historia de Cristóbal Colón, quien había estudiado astronomía, geometría y cosmografía. El libro de Marco Polo, las teorías de los geógrafos, los informes y tradiciones de los marineros así como las obras de arte y artesanía de origen no europeo que flotaban las aguas del mar… todo ello estimulaba su imaginación.
Paso a paso a lo largo de los años, por medio del razonamiento inductivo, llegó a la firme creencia de que la tierra era redonda. Tras haber llegado a esta conclusión, se convenció de que el continente asiático podría alcanzarse zarpando desde España rumbo al oeste, de la misma manera que Marco Polo lo había alcanzado navegando con rumbo este. Empezó a experimentar el ardiente deseo de demostrar su teoría. Buscó el necesario apoyo económico, hombres y barcos para explorar lo desconocido y encontrar algo más.
¡Entró en acción! Mantuvo su mente concentrada en su objetivo. A lo largo de diez años, con mucha frecuencia estuvo a punto de recibir la ayuda necesaria. Tuvo que enfrentarse con el ridículo, el recelo y el temor de ciertos funcionarios gubernamentales, la incredulidad de aquellos que querían ayudarle pero que en el último momento se negaban a hacerlo ante el escepticismo de sus asesores científicos… todo ello le supuso una derrota tras otra. Pero él siguió intentándolo. En 1492 recibió la ayuda que con tanta persistencia había buscado y por la que tanto había rezado! En agosto de aquel año zarpó rumbo al oeste para dirigirse a la India, China y Japón. Estaba siguiendo el camino adecuado y la dirección precisa.
Ya conoce usted la historia. Tras llegar a las islas del Caribe, regresó a España con oro, algodón, papagayos, armas curiosas, misteriosas plantas, aves y animales desconocidos, así como varios nativos. Creía haber alcanzado su objetivo y haber llegado a unas islas próximas a la India. Pero se equivocaba. No había llegado a Asia. Sin embargo, sin percatarse de ello inmediatamente, ¡Colón había encontrado algo más! ¡Muchísimo más!
Es posible que usted, al igual que Cristóbal Colón, no alcance sus principales objetivos o no haga realidad sus magníficas ideas. Es posible que usted, al igual que él, fracase en sus esfuerzos por llegar a un lejano destino en el reino de lo desconocido. Sin embargo, quizá descubra algo más… algo parecido a la riqueza de las Américas. Usted, al igual que él, puede animar y dirigir a aquellos que le siguen para que emprendan el camino adecuado y vayan avanzando .hacia lo desconocido hasta alcanzar los meritorios objetivos que usted se propuso. Usted, como Colón, puede esforzarse con una Actitud Mental Positiva de tal manera que pueda alcanzar sus objetivos concretos y encontrar algo más. No tiene que avergonzarse de fracasar como Cristóbal Colón.
… ¡ Y ALGO MÁS! ¿CÓMO SE PUEDE APLICAR? En estos momentos, ya debería estar usted en condiciones de extraer los principios de los ejemplos concretos y de establecer relación con ellos, asimilarlos y utilizarlos. Estamos de acuerdo con el almirante H. G. Rickover a propósito de las verdades fundamentales que contiene su afirmación:
Entre los jóvenes ingenieros a los que entrevistamos, pocos son los que han adquirido fundamentos y principios a través de su adiestramiento en ingeniería; la mayor parte de ellos ha absorbido, en cambio, gran cantidad de datos… mucho más fáciles de aprender que los principios, pero de muy poca utilidad sin la aplicación de éstos. Una vez se ha adquirido un principio, éste se convierte en parte de uno mismo y no se olvida más. Puede aplicarse a problemas nuevos, y no se queda anticuado tal como suele ocurrir con los datos en una sociedad cambiante… (de Educación y libertad, de H. G. Rickover).
Aprenda los principios. Aplíquelos. Si no hace progresos satisfactorios en la consecución de sus objetivos, ¡busque el «algo más»! ¡Es posible que se trate de algo conocido o bien desconocido. Pero usted lo encontrará si dedica el tiempo necesario a estudiar, pensar, planificar y buscarlo. Este capítulo sería incompleto sin una referencia a la Fuerza del Hábito Cósmico. Utilice la Fuerza del Hábito Cósmico: es uno de los 17 principios del éxito. El concepto de la Fuerza del Hábito Cósmico es muy fácil de entender. Porque es el nombre que hemos dado al poder aplicado de cualquier principio o ley natural o universal, conocido o desconocido.
La Fuerza del Hábito Cósmico puede definirse simplemente como el uso de la ley universal, tanto si usted la conoce como si no. Es fácil comprender, por ejemplo, que, cuando un objeto cae al suelo, se está aplicando la ley de la gravedad. Y, por consiguiente, cuando usted desea que un objeto caiga desde una determinada altura, utiliza la Fuerza del Hábito Cósmico. Y, en este caso concreto, la ley de la gravedad. Sin embargo, la ley de la gravedad, o cualquier otra ley, no es en si misma un poder. No obstante, cuando usted utiliza adecuadamente el principio, el poder se emplea de acuerdo con la ley universal. Y así, la desintegración del átomo, todos los inventos, todas las fórmulas químicas, todos los fenómenos psíquicos, todas las acciones y reacciones individuales -ya sean de carácter físico, mental o espiritual son el resultado de la utilización de la ley natural. Porque todos los resultados obedecen a una causa. Y el resultado se consigue mediante la utilización de la Fuerza del Hábito Cósmico.
Una vez más, el hombre es una mente con un cuerpo. Y puede pensar. A través del pensamiento, aprende a utilizar la Fuerza del Hábito Cósmico. Y su pensamiento puede convertir sus ideas en realidad. Este concepto no es difícil de entender porque en 1905 Albert Einstein ofreció al mundo su célebre fórmula: E = mc2, que explica la relación existente entre la energía y la materia. Cuando la materia se aproxima a la velocidad de la luz, la llamamos energía, y a medida que la velocidad disminuye hasta reducirse a cero, vuelve a ser materia. En la fórmula mencionada, “E” es la energía, “m” es la masa o materia y “c” representa la velocidad de la luz.
Vemos por tanto que la fórmula de Einstein es un símbolo gráfico de una de las leyes de la Fuerza del Hábito Cósmico. Mediante la comprensión y la aplicación de esta fórmula, el hombre ha podido convertir la materia en energía y la energía en materia, y utilizar la fuerza atómica con propósitos constructivos tales como iluminar una ciudad, producir energía para un barco e incluso detalles cotidianos tales como generar calor para la cocina. …Y algo más… Ahora podemos comprender que, puesto que la materia y la energía son una misma cosa, todo lo que hay en el Universo está relacionado entre sí.
¿Tiene usted un problema? ¡Estupendo! En el próximo capítulo aprenderá de qué manera puede adaptar a su propia vida muchas de las lecciones aprendidas en este capítulo. Y entonces podrá afrontar con éxito los problemas creados por la ley universal del cambio, la cual -como toda ley natural- es el resultado de la Fuerza del Hábito Cósmico.
GUÍA Nº 5
Ideas a seguir
1. …Y algo más. ¿Qué significa para usted el importante principio que desarrolla este capítulo y cómo puede aplicarlo?
2. Si ha fracasado en un empeño, podría deberse a que le falta algo más… ¿El número que falta para una acertada combinación ganadora que le permita alzarse con el triunfo?
3. «El todo es igual a la suma de las partes y es mayor que cualquiera de sus partes.» ¿Falta alguna parte
que le impide alcanzar el éxito?
4. La pequeña diferencia entre el éxito y el fracaso es a menudo un algo más: « ¡Hip, hip, hurra!». Una plancha móvil aplicada al ala. Un cuarto de vuelta de un tornillo.
5. ¿Está usted asociado con su silencioso Socio Mayoritario?
6. Utilice los más sencillos -pero los más importantes- instrumentos jamás inventados -papel y lápiz- para anotar los destellos de inspiración cuando éstos se presenten.
7. ¿En qué difiere la técnica de las ideas geniales de la «espera de las ideas»? ¿Cuál es el valor de cada una de ellas?
8. Utilice el principio del éxito de la Atención Controlada.
9. No tema fracasar como Cristóbal Colón.
10. ¿Ha adquirido usted el hábito de aprender principios fundamentales o bien se limita a absorber cantidades de datos?
11. ¿Entiende usted y puede aplicar a su propia experiencia las verdades y los principios fundamentales de la afirmación del almirante H. G. Rickover?
Entre los jóvenes ingenieros a los que entrevistamos, pocos son los que han adquirido fundamentos y principios a través de su adiestramiento en ingeniería; la mayor parte de ellos ha absorbido, en cambio, gran cantidad de datos… mucho más fáciles de aprender que los principios, pero de muy poca utilidad sin la aplicación de éstos. Una vez se ha adquirido un principio, éste se convierte en parte de uno mismo y no se olvida jamás. Puede aplicarse a problemas nuevos, y no se queda anticuado tal como suele ocurrir con los datos en una sociedad cambiante…
NO TIENE QUE AVERGONZARSE DE FRACASAR COMO CRISTÓBAL COLÓN
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